jueves, 30 de septiembre de 2010

Defensa personal: el depredador humano

Continuando con el tema de la defensa personal, quiero profundizar un poco en el tema del depredador humano.

Se ha llegado al convenio de que el miedo a ser atacado es la nueva "fobia universal" lo cual convierte al depredador humano en el monstruo más temido de la actualidad y por lo mismo en un tabú. Además, se tiene la idea de que es algo terriblemente complejo cuando en realidad, para efectos prácticos de la influencia que tiene un posible atacante en nuestras vidas, no lo es.

Comencemos por enunciar el padre de todos los errores al respecto: la ilusión del control. Como veremos a continuación, es algo que se repite constantemente de muchas maneras distintas. A continuación enlisto los 4 errores que considero básicos en lo que respecta a los depredadores humanos:

El primer error común que cometemos es creer que los motivos por los que alguien ataca a sus semejantes solo pueden ser entendidos por un psicólogo profesional. Seamos honestos, ¿de qué nos sirve entender por qué alguien amaneció con la imperiosa necesidad de apuñalar a su vecina? El resultado no cambia, las consecuencias tampoco. La razón por la que hacemos esto deriva de la ilusión del control, de creer que si entendemos por qué hizo lo que hizo entonces podremos darle un sentido a cosas jamás lo tendrán. A nosotros no nos importa en lo más mínimo si el tipo mata porque lo violó su papá cuando era niño o porque le parece que el mundo ya no tiene solución.

El segundo error común que cometemos es creer que como ya sabemos algo de técnica (karate, box, etc) ya estamos en igualdad de circunstancias con el atacante. Esto, una vez más, se deriva de la ilusión del control: de creer que el resultado de un ataque dependerá de nosotros. Para empezar, tenemos que entender que el depredador humano escoge a sus presas de acuerdo a sus objetivos y lo hace de manera que los escenarios sean los más favorables para él. Lo más probable es que si vamos a ser atacados, lo seamos por la espalda, de manera sorpresiva y con muy muy pocas posibilidades de reaccionar a tiempo ya que inició la parte del enfrentamiento físico. No sirve absolutamente para nada dominar una combinación de 8 golpes si un tipo nos sale de atrás de un coche en un estacionamiento, nos da un choque con un taser por la espalda, nos mete en la cajuela de nuestro coche y nos secuestra.

El tercer error es creer "pobre del que me ataque a mi, yo soy peor que él". No, no lo somos a menos que seamos sociópatas, criminales convictos o miembros del congreso. Estamos hablando de gente que ha perdido por completo el respeto a los demás y está dispuesto a hacer lo que sea por obtener lo que necesita, ya sea dinero para las medicinas de su hijo enfermo o matar a sus hijos porque las voces les dijeron que es la única manera de liberarlos del demonio. A menos que estemos en esas circunstancias, jamás seremos peores que ellos y siempre estaremos del lado de las presas. De nuevo, esto parte de la ilusión del control porque necesitamos sacar nuestro miedo e implantárselo al atacante (aunque esto solo pase en nuestra mente, claramente el atacante no nos tiene miedo o no se nos habría acercado jamás).

El cuarto error es creer que todos los atacantes son iguales y por lo tanto tenemos una fórmula general para salir de cualquier problema. Es imposible predecir lo que va a pasar con un atacante en una situación volátil y cuando nos vemos enfrentados con algo así nuestras reacciones van a ser procesadas en cuestión de milisegundos, sacando un promedio entre nuestros conocimientos al respecto y nuestros instintos básicos de supervivencia. Además, el hecho de creer que entendemos al atacante puede provocar que su reacción cambie con respecto a su plan original. ¿A qué se debe esto? Venga, ustedes lo saben niñas y niños: a la ilusión del control. Queremos pensar que somos capaces de estar un movimiento adelante del atacante ya sea físicamente, mentalmente o ambas. Desafortunadamente, lo más probable es que él ya tenía un plan desde antes y nosotros estamos prácticamente improvisando.

Ahora ¿qué es lo que sí debemos saber de un depredador humano?
1. No quiere un reto.
2. Tiene miedo (no de nosotros, ojo, sino de que las cosas no le salgan como planeó) y eso lo hace más peligroso aún. A lo mejor no tenía la intención de soltar un plomazo, pero por el miedo su cuerpo reaccionó mal.
3. Busca un perfil de víctima que se puede definir como "indefensa": jóvenes, viejos, débiles o distraídos. ¿Cómo evitamos ser victimizados o que una persona cercana lo sea? Muy sencillo. ¿Entramos nosotros o personas cercanas en alguna de estas 4 categorías? Entonces hay que planear por adelantado. No manden a los niños a la primaria caminando solos. No permitan que la tía abuela vaya a la tienda sola. No dejen que su hermano con la pierna rota se suba solo al metro. No vayan manejando mientras mandan mensajes en el celular.

¿Cómo ubicamos a un posible depredador? Si no es alguien de nuestra vida cotidiana, es sumamente difícil. El consejo realista es poner atención al entorno, es más sencillo predecir calles oscuras que reacciones de gente. El depredador no nos atacará cuando no le conviene, así que es mejor hacer que nunca le convenga. En el caso de alguien de la vida cotidiana, hay que escuchar al instinto que para eso lo tenemos. Si alguien nos parece sospechoso, hay que observarlo con más detenimiento y lo más probable es que se ponga en evidencia solo. Sin embargo, el problema es que sea demasiado tarde para cuando estemos seguros así que ante la duda mejor prevenir que lamentar. Si el repartidor de pizza ve a tu hija raro cada vez que va, abre la puerta tú.

Para finalizar, no perdamos de vista que esta entrada no pretende ganar un premio de psicología criminal ni nada por el estilo. Solo cubre información que es tan básica que no la tomamos en cuenta hasta que la pensamos y ese es el objetivo en este caso. Pongan atención, sean prácticos e inteligentes y cuídense.

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