jueves, 30 de septiembre de 2010

Defensa personal: el depredador humano

Continuando con el tema de la defensa personal, quiero profundizar un poco en el tema del depredador humano.

Se ha llegado al convenio de que el miedo a ser atacado es la nueva "fobia universal" lo cual convierte al depredador humano en el monstruo más temido de la actualidad y por lo mismo en un tabú. Además, se tiene la idea de que es algo terriblemente complejo cuando en realidad, para efectos prácticos de la influencia que tiene un posible atacante en nuestras vidas, no lo es.

Comencemos por enunciar el padre de todos los errores al respecto: la ilusión del control. Como veremos a continuación, es algo que se repite constantemente de muchas maneras distintas. A continuación enlisto los 4 errores que considero básicos en lo que respecta a los depredadores humanos:

El primer error común que cometemos es creer que los motivos por los que alguien ataca a sus semejantes solo pueden ser entendidos por un psicólogo profesional. Seamos honestos, ¿de qué nos sirve entender por qué alguien amaneció con la imperiosa necesidad de apuñalar a su vecina? El resultado no cambia, las consecuencias tampoco. La razón por la que hacemos esto deriva de la ilusión del control, de creer que si entendemos por qué hizo lo que hizo entonces podremos darle un sentido a cosas jamás lo tendrán. A nosotros no nos importa en lo más mínimo si el tipo mata porque lo violó su papá cuando era niño o porque le parece que el mundo ya no tiene solución.

El segundo error común que cometemos es creer que como ya sabemos algo de técnica (karate, box, etc) ya estamos en igualdad de circunstancias con el atacante. Esto, una vez más, se deriva de la ilusión del control: de creer que el resultado de un ataque dependerá de nosotros. Para empezar, tenemos que entender que el depredador humano escoge a sus presas de acuerdo a sus objetivos y lo hace de manera que los escenarios sean los más favorables para él. Lo más probable es que si vamos a ser atacados, lo seamos por la espalda, de manera sorpresiva y con muy muy pocas posibilidades de reaccionar a tiempo ya que inició la parte del enfrentamiento físico. No sirve absolutamente para nada dominar una combinación de 8 golpes si un tipo nos sale de atrás de un coche en un estacionamiento, nos da un choque con un taser por la espalda, nos mete en la cajuela de nuestro coche y nos secuestra.

El tercer error es creer "pobre del que me ataque a mi, yo soy peor que él". No, no lo somos a menos que seamos sociópatas, criminales convictos o miembros del congreso. Estamos hablando de gente que ha perdido por completo el respeto a los demás y está dispuesto a hacer lo que sea por obtener lo que necesita, ya sea dinero para las medicinas de su hijo enfermo o matar a sus hijos porque las voces les dijeron que es la única manera de liberarlos del demonio. A menos que estemos en esas circunstancias, jamás seremos peores que ellos y siempre estaremos del lado de las presas. De nuevo, esto parte de la ilusión del control porque necesitamos sacar nuestro miedo e implantárselo al atacante (aunque esto solo pase en nuestra mente, claramente el atacante no nos tiene miedo o no se nos habría acercado jamás).

El cuarto error es creer que todos los atacantes son iguales y por lo tanto tenemos una fórmula general para salir de cualquier problema. Es imposible predecir lo que va a pasar con un atacante en una situación volátil y cuando nos vemos enfrentados con algo así nuestras reacciones van a ser procesadas en cuestión de milisegundos, sacando un promedio entre nuestros conocimientos al respecto y nuestros instintos básicos de supervivencia. Además, el hecho de creer que entendemos al atacante puede provocar que su reacción cambie con respecto a su plan original. ¿A qué se debe esto? Venga, ustedes lo saben niñas y niños: a la ilusión del control. Queremos pensar que somos capaces de estar un movimiento adelante del atacante ya sea físicamente, mentalmente o ambas. Desafortunadamente, lo más probable es que él ya tenía un plan desde antes y nosotros estamos prácticamente improvisando.

Ahora ¿qué es lo que sí debemos saber de un depredador humano?
1. No quiere un reto.
2. Tiene miedo (no de nosotros, ojo, sino de que las cosas no le salgan como planeó) y eso lo hace más peligroso aún. A lo mejor no tenía la intención de soltar un plomazo, pero por el miedo su cuerpo reaccionó mal.
3. Busca un perfil de víctima que se puede definir como "indefensa": jóvenes, viejos, débiles o distraídos. ¿Cómo evitamos ser victimizados o que una persona cercana lo sea? Muy sencillo. ¿Entramos nosotros o personas cercanas en alguna de estas 4 categorías? Entonces hay que planear por adelantado. No manden a los niños a la primaria caminando solos. No permitan que la tía abuela vaya a la tienda sola. No dejen que su hermano con la pierna rota se suba solo al metro. No vayan manejando mientras mandan mensajes en el celular.

¿Cómo ubicamos a un posible depredador? Si no es alguien de nuestra vida cotidiana, es sumamente difícil. El consejo realista es poner atención al entorno, es más sencillo predecir calles oscuras que reacciones de gente. El depredador no nos atacará cuando no le conviene, así que es mejor hacer que nunca le convenga. En el caso de alguien de la vida cotidiana, hay que escuchar al instinto que para eso lo tenemos. Si alguien nos parece sospechoso, hay que observarlo con más detenimiento y lo más probable es que se ponga en evidencia solo. Sin embargo, el problema es que sea demasiado tarde para cuando estemos seguros así que ante la duda mejor prevenir que lamentar. Si el repartidor de pizza ve a tu hija raro cada vez que va, abre la puerta tú.

Para finalizar, no perdamos de vista que esta entrada no pretende ganar un premio de psicología criminal ni nada por el estilo. Solo cubre información que es tan básica que no la tomamos en cuenta hasta que la pensamos y ese es el objetivo en este caso. Pongan atención, sean prácticos e inteligentes y cuídense.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Historia bastarda: la noche triste

30 de junio al 1 de agosto de 1520. Hernán Cortés se arrepiente como de pocas cosas en su vida de haber dejado a Pedro de Alvarado a cargo de su ejército en Tenochtitlán, quien a pesar de ser de los capitanes más respetados en sus filas y uno de los mejores soldados de que dispone sigue siendo un ignorante y un animal. Miles de aztecas lo esperan y no piensan dejar un solo español vivo.

Días antes, Cortés se vio en la necesidad de regresar a Veracruz porque un contingente español lidereado por Pánfilo de Narváez venía a arrestarlo por insurrección pero más bien porque casi no se les daba eso de la fiebre del oro y Velázaquez (gobernador de Cuba) quería una tajada de México después de interceptar los regalos que Cortés había mandado al rey de España y ver la cantidad ridícula de riqueza que había ahí. Pero no contaban con la astucia de Cortés, que simplemente tuvo que presentarse ante los hombres de Narváez y regalarles un poco del botín, prometerles que habría mucho más si se le unián y dejar tuerto a Narváez para en lugar de ir preso a Cuba, regresar a Tenochtitlán con el doble de españoles. El problema era lo que estaba pasando en la ciudad de México.

Encargado del ejército español y con el emperador de rehén se encontraba Pedro de Alvarado, apodado Tonatiuh por los aztecas (el "sol", no había uno más rubio entre los españoles), soldado consumado del ejército de su majestad el rey de las Españas. Desafortunadamente lo que tenía de buen soldado también lo tenía de asesino y tarado. Unos días después de que Cortés se fuera a Veracruz llegó un festejo de la fertilidad así que unos 600 aztecas fueron al templo mayor a bailar y cosas por el estilo. Alvarado, brillante, supuso que lo que traían los aztecas eran armas y no representaciones de herramientas de labranza así que cerró las puertas del templo y asesinó a todos los mexicas ya fueran hombres, mujeres o niños en lo que después sería conocido como la matanza del Templo Mayor. Animal. Obviamente, esto no le pareció buen plan al resto de la ciudad e inmediatamente fueron asediados por una turba furiosa de aztecas durante varios días. Una vez más, el genial Alvarado tiene una genial solución y obliga a Moctezuma a hablarle a su pueblo desde el balcón de su palacio donde recibió toda clase de proyectiles, hiriéndolo más en el orgullo que físicamente (al Huey Tlatoani no se le podía ni ver a los ojos, ya no digamos apedrearlo). Días después de eso, Moctezuma murió o se dejó morir, cualquiera de las dos, dejando a los españoles sin absolutamente nada que negociar para asegurar su salida. Para cuando Cortés regresa de Veracruz, los aztecas llevaban días asediando el palacio y sacrificando y comiéndose a cuanto español lograban capturar (se dice que los españoles se estaban volviendo locos de escuchar tambores y oler carne quemada las 24 horas del día). Además, ya no había provisiones. A ver cuando se vuelve a quedar Alvarado como responsable.

En vista de no tener más opción, Cortés traza una estrategia para la huída. Primero que nada, consigue tanta madera como le fue posible para reparar los puentes y diques que los aztecas habían roto para evitar el escape de los españoles, además de mandar construir un puente portátil para pasar de islote en islote durante la salida. Segundo, ideó la formación con la que marcharían: a la vanguardia Sandoval y Ordaz, con 150 españoles y 400 tlaxcaltecas con las maderas y el puente. En el centro, Cortés, con 50 españoles y 500 tlaxcaltecas con la artillería y el quinto del tesoro para el rey. Después, los rehenes, heridos, doña Marina (al parecer, "Malinche" era Cortés, no su intérprete/amante/tramadora de la conquista) y las otras mujeres protegidos por 30 españoles y 300 tlaxcaltecas. Y al final, en la retaguardia, Alvarado (ahora te fastidias) y Velázquez de León (especialmente valiente, el tipo) con 100 soldados con la orden de moverse a través de las filas donde la cosa se pusiera peor (¿peor que dónde?). Y tercero, les ha de haber dado la bendición y su beso de buenas noches porque el plan iba a durar aproximadamente 3 minutos.

Los preparativos empezaron al anochecer. Los soldados que sabían lo que les esperaba cargaron poco oro, algunas joyas y anillos porque aquello de pelear en el fango cargados de hierro ya era suficientemente complicado como para echarse otros kilos de más. Otros, menos experimentados o más ambiciososo (los que venían con Narváez cargaron todo lo que pudieron al no haber tenido oportunidad antes) se arrepentirían de no haber hecho lo mismo.

Llovía a cántaros. Sale la vanguardia y no se oye nada más que el constante tambor que ya había quebrado los nervios de los españoles. Sale Cortés y el contingente de la mitad. Sale la retaguardia. Nada. El plan era alcanzar Tacuba y de ahí a Veracruz y vieja el último. Tomaron la calzada, la lluvia y los tambores seguían. Nada. De pronto, los tambores aceleran su ritmo y se escuchan los cuernos de los aztecas y los gritos de alerta "se van los teules, sáquenles el corazón a los infelices" o algo así. Y entonces se pone buena la cosa.

Hay quien dice que los españoles tenían caballos, acero y armas de fuego, que tenían toda la ventaja contra cualquier pueblo mesoamericano. Quien dice esto, jamás ha estado en combate. Ciertamente, un macahuitl no era contendiente para la toledana y el peto de algodón no se comparaba contra el de acero pero no estamos hablando de duelos, señoras y señores. Cuando se te viene encima toda la ciudad el avance tecnológico solo llega hasta cierto punto. Y cuando digo toda la ciudad no lo digo metafóricamente, no se nos olvide que los aztecas tenían una educación estilo los espartanos: si nacías hombre, recibías entrenamiento militar te convirtieras en soldado profesional o no. Toda la ciudad es literal. A esto sumémosle el valor inaudito con el que peleaban todos los indígenas de México: los aztecas, los tlaxcaltecas, los tabascos, etc, que no solo mantenían las formaciones cuando les disparaban mosquetes, cañones y demás sino que cargaban con más odio después. Mal asunto, Cortés.
Dicho esto, también hay que decir que el soldado español era quien era. En aquel entonces, la infantería española era la mejor del mundo y un siglo después sería la razón por la que "en España no se pusiera el sol", conquistando desde México hasta las Filipinas y pasando a la historia como una de las mejores fuerzas militares en la historia de la humanidad. Solo vivían para su orgullo de soldados, importándoles más lo que dirían sus compañeros de su muerte que la propia paga (eran el único ejército en Europa que no cobraba por adelantado antes de ir a la guerra, asumiendo la posibilidad de nunca cobrar).

Muy bien, continuemos. Salen aztecas de todos lados y una vez más estoy siendo literal. Salen de las casas, de los techos, de las calles, de atrás de otros aztecas, de las coladeras, en canoas, trajineras (creo que Cuitláhuac venía montado en Huitzilopochtli) y atacan a los españoles con armas de rango largo, medio y cuerpo a cuerpo dando comienzo a una de las batallas más duras de las que se tenga registro. Los españoles tratan de mantener la formación pero es imposible y Cortés tiene que abandonar a la retaguardia en un islote para seguir avanzando con el puente portátil mientras españoles, tlaxcaltecas y mexicas caen como moscas. Cada vez que un español es capturado, le cortan los tendones del talón para evitar que escape y a sus compañeros no les queda de otra más que escuchar sus alaridos mientras se lo llevan arrastrando al Templo Mayor donde se ve dibujada la silueta de los sacerdotes (que no se dan abasto sacando corazones) contra la luz de las antorchas del altar. Ni los gritos ni los tambores ni la lluvia se detienen. Los españoles que caen al agua mueren ahogados (entre la tormenta, la armadura y lo que quisieron cargar era imposible nadar) y los que se quedan en las orillas tienen que pelear con fango hasta las rodillas. Ya no saben si los aztecas pelean con más odio que valor y lo mismo se puede decir de los tlaxcaltecas a los que los mexicas capturaban vivos de ser posible y si no, ni modo.

Los españoles que sobreviven en la retaguardia logran hacer un dique CON LOS MUERTOS pero están literalmente fatigados de dar estocadas. Las oleadas de aztecas no terminan jamás y de repente se oye a Alvarado gritar que corran, que ya no queda nadie atrás, mientras pelea como perro (eso sí, a la hora de pelear lo hacía como un héroe) y utiliza su lanza como garrocha para pasar al otro islote dejándole a la calzada el nombre Puente de Alvarado hasta la fecha. Los que todavía tenían fuerza lo siguieron a través del dique improvisado, los demás se quedaron a seguir matando a fuerza de inercia hasta que se los llevaron a su horrenda muerte.

Al amanecer, Cortés se sentaba al pie del famoso ahuehuete y se sentaba a llorar por haber perdido más de 500 españoles, miles de tlaxcaltecas, el tesoro y la oportunidad de tomar Tenochtitlán. Pero sobre todo, porque sabía que los aztecas no habían terminado su venganza y todo por dejar a Pedro de Alvarado como responsable. Definitivamente sí era para llorar.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La guerra

guerra. (Del germ. *werra, pelea, discordia; cf. a. al. ant. wërra, neerl. medio warre). 1. f. Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. 2. f. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación. 3. f. pugna (entre personas). 4. f. Lucha o combate, aunque sea en sentido moral. 5. f. Oposición de una cosa con otra.

Como expuse en una entrada anterior, la historia del hombre es la historia de la guerra. Desde que el primer cavernícola agarró una piedra para robarle a su primo la piel del oso que estaba despellejando y el primo se defendió con un garrote hemos estado en constante conflicto. Se han peleado guerras por recursos, por territorios, por poder, por honor, por religión, por justicia, por defensa, por locura, por mujeres, por hobby, etc etc. Pretextos nunca han faltado. Sin embargo, la verdadera pregunta no es por qué ir a la guerra sino si vale la pena ir en general con todo lo que trae en consecuencia.

Eres un francés de Arras en mayo de 1940. Rommel está sitiando la ciudad donde viven tú y tu familia y para este momento las intenciones de Hitler ya son evidentes. ¿Vas a pelear?

Eres un gringo en Philadelphia en 1973. La guerra de Vietnam ya lleva casi 17 años y 3
presidentes. El vietcong sigue ganando. ¿Vas a pelear?

No hay respuestas correctas, cada quien puede tener excelentes razones para pelear o no hacer nada al respecto. Nadie le preguntó a Francia si quería entrar a la Segunda Guerra Mundial, pero siempre existió la opción de huir. Estados Unidos no estaba preocupado porque Vietnam del Norte estuviera matando gente en Vietnam del Sur sino de lo que estaba haciendo Rusia ahi. Los motivos políticos no son el punto aquí, es lo que piensa cada soldado y eso tiene que ver muchísimo con su desempeño a la hora del combate. El mejor soldado es el que está dispuesto a morir y por eso creo que el peor miedo de un soldado es que su muerte no haga ninguna diferencia. Y la probabilidad de morir es bastante alta debido a las complicaciones.

Algunas complicaciones:
- En la práctica, hay dos tipos de soldados: los que son profesionales y los que no lo son. Cuando se enfrentan entre ellos, esta diferencia es muy importante porque aunque ambos están peleando por su vida el profesional siempre estará mejor preparado y mentalizado. Es como si pusiéramos a jugar futbol al equipo de nuestra colonia contra el F.C. Barcelona solo que con vidas de por medio y esto es algo que ha sucedido casi constantemente en la historia de la humanidad (al menos en occidente). Es muy difícil que se de una guerra como tal en la que el 100% de los soldados sean profesionales.
- Diferencia tecnológica armamentista. Puedes ser una maravilla de soldado, pero no hay absolutamente nada que puedas hacer contra un misil.
- El clima. Pregúntenle a Napoleón por el invierno en Rusia.
- El terreno. La noche triste no hubiera sido tan triste si Tenochtitlán no hubiera estado construida sobre un lago.
- La intimidación. Barba Negra medía casi dos metros de estatura, pesaba 140 kilos, se colgaba 6 pistolas cebadas y se entrelazaba mechas en la barba para prenderlas cuando entraba a combate. Ah. Y no se bañaba.

¿La guerra es algo deseable? Creo que no, pero la creo necesaria. La guerra es algo espantoso, no perdamos esto de vista pero por lo mismo tiene la capacidad de al mismo tiempo filtrar y marcar al ser humano. La gente va a matarse, a hacerse pedazos y luego a volverse a matar. Sin embargo, el caos durante y después de la batalla es el momento ideal para que un hombre se reconozca a sí mismo, a sus valores y sus principios y es esto lo que a un servidor le llama más la atención. La guerra no se trata de resultados ni de quien ganó o perdió, la guerra se trata de los hombres (y en muchos casos, mujeres) que se enfrentaron unos a otros y se destrozaron por razones buenas, regulares o malas.

Ahora, desde mi muy personal punto de vista creo que gracias a la evolución de las armas lo único que le queda hacer al soldado es exponer su vida y eso ha recrudecido considerablemente el combate. Creo que antes era más sencillo entender una guerra cuando veías a tu enemigo frente a ti, cuando sabías de qué era capaz porque peleaste con él y por lo mismo justificabas su muerte, la tuya o ambas. No digo que no tenga su chiste el combate actual, lo que digo es que no es tan leal como lo era antes. Aún más, no es una cuestión solamente de honor sino el hecho de experimentar de cerca las consecuencias de haber llegado a la conclusión de ir a pelear. Y luego vivir con ellas.

"[...] Así fue como ocurrió todo, la noche en que Sebastián Copons degolló al holandés herido y yo aparté de mi hombro la mano del capitán Alatriste. Y así fue también como franqueé, sin apenas darme cuenta, esa extraña línea de sombra que todo hombre lúcido termina cruzando tarde o temprano. Allí, solo y de pie ante el cadáver, empecé a mirar el mundo de modo muy diferente. Y vime en posesión de una verdad terrible, que hasta ese instante sólo había sabido intuir en la mirada glauca del capitán Alatriste: quien mata de lejos lo ignora todo sobre el acto de matar. Quien mata de lejos ninguna lección extrae de la vida ni de la muerte: ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la respiración del adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en sus ojos. Quien mata de lejos no prueba su brazo ni su corazón ni su conciencia, ni crea fantasmas que luego acudirán de noche, puntuales a la cita, durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es un bellaco que encomienda a otros la tarea sucia y terrible que le es propia. Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza, y la pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que pierde. [...] Arturo Pérez-Reverte. Las aventuras del Capitán Alatriste, El sol de Breda, cap. VI, pág. 160

lunes, 20 de septiembre de 2010

Historia bastarda: la batalla de Trafalgar

Pegunta: ¿cómo pierdes 22 barcos sin siquiera hundir uno solo de tu enemigo, si de entrada tu tenías 33 y él 27?
Respuesta: sal a pelear contra Nelson.

21 de octubre de 1805. España, tomada por Napoleón, pelea del lado del primer imperio francés donde el canijo enano decida y generalmente decide con resultados infames para sus soldados (franceses o de donde sea, una cosa es ser un genio militar y otra que te importen un rábano tus efectivos). Y como a Napoleón los ingleses no le caen así como muy bien y como todas las noches quiere conquistar el mundo, pues hay que reventarse con ellos al fin y al cabo que solo son la mejor fuerza naval de ese siglo y la de él para esas alturas da tanta lástima que requisa barcos que tienen más años en servicio que los que alguien se molesta en contar. Como si eso fuera poco, prácticamente todos los oficiales de marina del ejército francés fueron ejecutados o retirados del servicio durante la revolución así que el disponible más competente fue Villenueve (entiéndase esto como se prefiera) que tenía tantas ganas de enfrentarse a Nelson como de recibir una patada en las gónadas. Y eso que Nelson llevaba un rato organizando a su flota para buscarlo, esperarlo o pactar peleas a visita recíproca, como fuera.

El punto es que para estas alturas del partido a Villenueve no le quedaba de otra porque Napoleón le dio a escoger entre pelear con Nelson o morir por una dieta alta en plomo así que fue a buscar "voluntarios", pidió ayuda a la flota española y alineó 33 barcos de guerra entre los cuales se contaban 4 de primera clase españoles (uno de 136 cañones y dos de 112, considerablemente más grandes que cualquier inglés ese día y otro de 100 cañones), 29 de tercera clase, 6 de ellos de 80 cañones (4 franceses y 2 españoles), 22 de 74 cañones (14 franceses y 8 españoles) y 1 francés de 64 cañones. Por su parte, Nelson alineó 27 barcos de los cuales los tres más grandes eran su Victory y otros dos de primera clase de 100 cañones cada uno, cuatro de segunda clase de 98 cañones y 22 de tercera clase (1 de 80 cañones, 16 de 74 y el resto de 64 cañones). La ventaja, en papel, estaba del lado de la "alianza" franco-española. Solo en papel.

Hasta ese momento, la estrategia regular era formar a los buques en una línea de manera que se pudieran mandar órdenes usando banderas y todos pudieran verlas en línea recta y a la vez permitiendo una retirada con cobertura en caso de ser necesaria, pero Nelson no se anduvo con medias tintas y mandó a sus buques en dos columnas perpendiculares a la línea de Villenueve buscando una victoria decisiva aunque durante todo el movimiento recibiera cañonazos sin poder responder. Este movimiento duró 40 minutos, imaginen el cuadro... hasta que el Victory logró cortar la línea pasando junto al Bucentaure de Villenueve y cañoneándolo hasta por debajo de la lengua. Villenueve creyó que el abordaje era inminente y en un acto de excesiva seguridad/estupidez gritó a sus soldados que arrojaría su insignia al barco enemigo y de ahí la traerían. Sin embargo, Nelson siguió de largo dejando al Bucentaure a merced de los siguientes tres barcos ingleses en la columna, quedando libre para ir sobre el Redoutable con el cual entrelazó mástiles iniciando un combate a corto rango en el cual recibió un tiro de mosquete que le entró por el hombro izquierdo, pasó por su espina entre la sexta y séptima vértebras y se le alojó en los músculos de la espalda. Nelson exclamó "finalmente tuvieron éxito, estoy muerto" y fue llevado bajo cubierta.
Los franceses arrojaron granadas al Victory obligando a la tripulación a buscar resguardo y cuando el abordaje era inminente, llegó el Temeraire (segundo buque de la columna inglesa) y se unio a la fiesta disparándole al Redoutable con sus cañones de corto rango. Después de más de una hora de combate, 487 muertos, 81 heridos, el buque hecho pedazos y él mismo gravemente herido, el capitán Lucas del Redoutable se rindió.

Algo similar le sucedió al Bucentaure, pero la bastardez del día se la lleva el Santísima Trinidad de los españoles. ¿Por qué? Porque se rindió después de pelear TRES HORAS completamente rodeado por buques ingleses.... ¿matemáticas? supongamos tres barcos ingleses de 64 cañones cada uno para hacer los cálculos con el menor buque disponible para Nelson. Tomemos como tiempo promedio de recarga del cañón 5 minutos, lo que es muchísimo tiempo para los cañoneros ingleses. Hagan sus multiplicaciones y divisiones, y estamos hablando de que los ingleses tuvieron oportunidad de dispararle al Santísima Trinidad más de 2,300 cañonazos. Creo que es irrelevante hablar de estadísticas y probabilidades porque con que le hayan pegado el 10% del total ya son suficientes cañonazos como para que no sea divertido. Solo sepan que quedó tan mal que los ingleses decidieron hundirlo después de tomarlo. Imagínense.

Mientras más y más barcos ingleses se unían al combate, más rebasados se encontraban los barcos en el centro de la línea franco-española. Villenueve simplemente no supo contrarrestar la estrategia de Nelson y cuando se le recomendó que se adaptara a lo que estaba pasando o no quiso o no pudo, lo que dejó a sus barcos con tres opciones: batirse como animales acorralados, rendirse o huir. 11 barcos huyeron a Cádiz, los demás pelearon todavía un buen rato después de darse cuenta que ya habían perdido y a la mayoría no le quedó otra opción que rendirse.

Al final del día, los ingleses habían tomado 22 de los 33 buques enemigos sin perder ninguno, Nelson estaba muerto y era leyenda (maldito genio, mis respetos) y Villenueve era prisionero de la corona inglesa. Sin embargo y como siempre, esta entrada va dedicada a la carne de cañón (literalmente) de ambos bandos. Pelear es de por sí difícil, ¿¿pero en un barco?? imaginen pelear donde no hay maniobras evasivas, hay que considerar el movimiento de la marea en todo lo que se hace, todo esta resbaloso (no por el agua.... se acostumbraba esparcir arena por todos los pisos para evitar resbalones con la sangre) y por si fuera poco, si te gana el miedo y no haces nada hunden tu barco así que de todos modos estas muerto. Sumemos a esto el caos natural del combate y llegamos a la conclusión de que había que tener pantalones.

Que sea esta entrada mi pequeño homenaje a todos esos oficiales, infantes de marina, cañoneros y tripulación en general que se hicieron pedazos ese día hace casi 205 años. Al valor, honor y profesionalismo que demostraron los ingleses durante el combate y aún después de su aplastante victoria. A la obligada responsabilidad de los franceses. Y al coraje improvisado y solidaridad de los españoles de los que se dijo "llenamos los buques de una porción de ancianos, de achacosos, de enfermos e inútiles para la mar" -Mazarredo, nota sobre el estado de la marina.