Muy bien, definamos el término "pelea": según el diccionario es la acción y efecto de pelearse lo cual no nos hace pensar en todo lo que conlleva y que, creánme, no es poco.
La pelea es una función natural de todo animal viviente y de hecho es la tercer reacción automática que generamos durante una situación de estrés: 1.- congelarse 2.- huir 3.- pelear. Durante miles de millones de años la evolución ha usado el combate entre especies y entre individuos como uno de sus principales filtros, asegurando que las especies que sobreviven y que los genes que se pasan a la siguiente generación son la selección de lo mejor y el hombre no es una excepción a esta regla. La historia del hombre es la historia del conflicto.
Sin embargo, lo realmente interesante sucede cuando nos preguntamos por qué peleamos. Desde mi punto de vista, solo hay tres respuestas posibles:
- Por gusto o deporte: los deportes de combate siempre han sido vistos como la máxima expresión de la competencia entre seres humanos, desde el pancracio en la antigua grecia hasta el UFC actual.
- Por necesidad, obligación o decisión: la guerra (ya sea entre miles de seres humanos o entre dos) siempre ha estado presente en nuestras vidas y cuando toca a nuestra puerta nunca nos pregunta si estamos de humor para recibirla.
- Por ignorancia o deseo de lo que no es nuestro: desafortunadamente, pelear también ha sido una manera en que las personas con entendimiento limitado arreglan sus problemas.
Cuando consideramos todas las intersecciones entre estas respuestas nos damos cuenta de la complejidad del razonamiento detrás de una pelea y que si nos tomamos el tiempo para pensarlo, pelear es algo mucho más intrincado que intercambiar puñetazos o misiles termodirigidos.
Algo que no podemos negar es que el peleador siempre será objeto de admiración generalizada, tanto así que actualmente se usa el término para cualquier número de analogías de la existencia humana y siempre se ve como algo deseable. La facultad de jamás rendirse ante las dificultades es una característica que todo el mundo voltea a ver hacia arriba y no hay un escenario más claro para ejemplificarla que la pelea. No importa si somos o no amantes del combate, nuestra fascinación por la pelea jamás dejará de existir porque cuando la analizamos a fondo siempre encontramos algo que merece ser recordardo. En la dualidad de la pelea es muy sencillo ver sin máscaras lo mejor y lo peor de la naturaleza humana y es por eso que siempre será, al mismo tiempo, la actividad más terrible y la más digna del hombre.
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