jueves, 16 de diciembre de 2010

Las armas

No es posible entender la historia del ser humano sin entender su capacidad para crear armas. Cuando éramos cavernícolas nos dimos cuenta muy rápido que no éramos más rápidos que el tigre dientes de sable, que no éramos mas fuertes que el mamut, que no éramos venenosos ni teníamos caparazón.... ahhh pero tenemos pulgares.... que tal que le sacamos filo a esta piedra?? Muy bien!!! Y si amarramos la piedra afilada a una vara??? Eso estuvo todavía mejor!!! Y así sucesivamente. La capacidad de crear y usar estas herramientas no solo nos hizo subir en la cadena alimenticia sino dominarla. La cosa se puso interesante cuando a alguien se le ocurrió usar esas herramientas contra su misma especie.

Desde mi punto de vista, el combate que le es más natural al ser humano es armado y nadie me va a convencer de lo contrario. Por sencillez, por practicidad, por eficiencia. No es más fácil tumbar a alguien de un puñetazo que de un garrotazo y quien lo crea jamás se ha llevado ambos golpes para comparar. Todas nuestras guerras han dependido del uso de armas (no importa que los anuncios de cerveza nos quieran hacer creer que tiene más estilo boxear) porque nunca se trató de una cuestión deportiva sino de supervivencia. Por lo mismo, entender lo que puede ser usado como arma es la técnica más eficiente de combate para defensa personal que existe para el gusto de su servidor.

Sin embargo, hay de armas a armas. Con el paso del tiempo las armas se han ido refinando en su eficiencia, no así en su uso. Durante miles de años la gente usó espadas, lanzas, hachas, escudos, broqueles, dagas, flechas, halabardas, mazos, garrotes, etc. para pelear dando origen a una buena cantidad de sistemas de combate que requerían disciplinas y entrenamientos sumamente exigentes, hasta que Samuel Colt nos hizo el favor de "igualar a todos los hombres" manufacturando en masa el revólver. Ya no eran necesarios la disciplina ni el entrenamiento que daba como resultado el dominio de un arma y por lo mismo el entendimiento de la responsabilidad que se cargaba al usarla, a partir de entonces jalar un gatillo ha sido suficiente para matar a otro. El combate ha evolucionado a que cada vez nos demos menos las caras a la hora de matarnos y mientras más lejos mejor, lo que tiene sus pros y sus contras (más contras que pros para mi gusto). Yo creo que siempre estará más justificado pelear de cerca porque eso significa que existe un entendimiento y conciencia de lo que se está haciendo. Aún más, existe una autoría y un rostro en la acción de pelear. Cuando peleamos de lejos, no nos tomamos la molestia de ver el miedo y el coraje de nuestro enemigo. Si tenemos una buena razón para pelear también tenemos una buena razón para morir, ¿no? Lo justo es darle al otro una oportunidad también (no confundir justicia con estupidez, el honor y la moral del combate ya no son lo que eran).

Las armas son sinónimo de destrucción, eso es un hecho. La diferencia radica en qué es lo que se quiere destruir. Pueden ser el instrumento que esclaviza a un pueblo o el que lo libera. Las armas representan el potencial de lo que podemos hacer (para bien o para mal) y en eso radican su grandeza y su maldición. Nunca ha habido ni habrá nada más peligroso que alguien que porta un arma y está convencido de las razones para usarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario